sábado, 22 de marzo de 2008

Justicia Poética

Desconozco los datos precisos y realmente eso me apena, no se si éstos harían más rica la historia, pero no contar con ellos es una picardía. A tal punto, que no recuerdo el nombre de la mujer a la que haré alusión, el de él si; pero no vamos a dejar al descubierto la integridad de una sola de las partes. No me parece del todo ético.

Habían pasado años, no demasiados, cuando este hombre desempolvó una carpeta donde guardaba todas las cartas de su antigua novia. Las desdobló y las puso sobre su cama, leyó cada una de ellas; no se si eran muchas pero se tomó el trabajo de mirar las fechas y hacer un mapa mental de lo que había impulsado cada una de esas esquelas. Pasaron horas que creyó segundos y que le trajeron años.

Según me relató, en aquel café de la Avenida Luro, lo primero que su sistema sintió fue una incontenible nostalgia. No porque aún la amara, sino porque recordó cuanto lo había hecho, cuanto habían proyectado, cuantas cosas habían quedado pendientes. Luego, con una excitación juvenil, me dijo que creía haber recordado su voz y su risa, a las cuales pronto calificó de vulgares.

Vestido de domingo, abrió su maletín y lo llenó de promesas inconclusas. En la calle, gastó dos o tres monedas en distintos teléfonos públicos. Miró la llave de su auto durante unos segundos y se tomó un colectivo, que no detuvo él sino un joven de guardapolvo blanco. Sentado en la fila de asientos de la derecha, eligió la ventanilla y arqueó su columna para poder mirar hacia fuera sin que el parante le impidiera respirar cada esquina.

En el viaje recordó cada casa, cada graffiti, y cada beso. Se bajó y tragó hondo el humo perezoso del 512 B.

Tocó dos timbres cortos que no molestaron, pero que notificaron sus ansias de ser atendido. Ella abrió la puerta, y un olor del que era huérfano lo volvió a abrazar como antaño. Fue cordial y asintió con letargo a cada una de las formalidades.

Puso tres cucharadas colmadas de azúcar a un té que luego dejó olvidado, y empezó a desplegar sobre la mesa cada una de las cartas que ella le había escrito.

“Te amo, como nunca amé a nadie”, “Te amo, no lo olvides”, “Tus besos llenan mis días de paz”, “Sos lo mejor que me pasa”, “Sin vos no soy nada ni nadie”, “Deseo que nuestros planes se hagan realidad”.

Remató el encuentro, repitiéndole en voz alta lo que ella una vez le declaró en una de sus últimas posdatas: “Te pertenezco y me perteneces, quiero pasar una vida o dos junto a vos”.

Vengo por la pasión que ha invernado todos estos años, vengo a buscar lo que es mío. Tu cuerpo, tu alma y tu corazón me pertenecieron siempre y cada carta que he guardado ratifica este pedido. Algunas cosas han cambiado, pero el amor eterno que está preso en el papel, no reconocerá impedimento alguno para volver a ser lo que fuimos y para hacer cumplir cada una de estas promesas estúpidamente vulneradas. Te he pensado en cada tarde de lluvia, cada vez que el televisor, como riéndose de mí, me mostró las películas que vimos juntos en el cine. Te he pensado tanto pero tanto, que no se por qué he perdido tanto tiempo, dijo solemnemente ante la mirada húmeda y turbada de su morosa amante.

Algunos cifran la esperanza en que esos contratos no prescriban, y menos aún los que se rubrican con lágrimas. Sin embargo, volvió a sentir en su boca el salado gusto de una tinta que ya había usado.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hermoso,me parecio completamente dulce como pudiste pintar con colores la imagen de una historia tan bohemia.quizas mas de una vez alguien regalo en un papel el corazon y hasta la vida,sin pensar que ese papel puede ser guardado para despues desdoblarse y abrir con el una herida

Anónimo dijo...

En vos existe,indudablemente,un poeta que describe,con las palabras más sencillas,maravillosos momentos de una vida,que podría ser la de cualquiera que AMÓ .No dejes de cultivar este estilo tan límpido y expresivo.Te pinta como una persona trasparente.Ana,la fan nº 1

Anónimo dijo...

Sus hermosas palabras me llenan de gratitud y me plantean el desafío de provocarles algo parecido..(en magnitud).. la próxima edición.

Gracias.

Anónimo dijo...

Sus hermosas palabras me llenan de gratitud y me plantean el desafío de provocarles algo parecido..(en magnitud).. la próxima edición.

Gracias.