sábado, 7 de marzo de 2009

Elegía

Tierra

Siento en lo más profundo de mi alma que no he venido yo aquí para vivir a oscuras. Mi meta es alcanzar gloriosamente el alba y convertir en ruido a estos ecos que el sonido forma entre lo que no se ve.

Mi universo me nutre de pena y congoja por el miedo que da la interrupción de mi trecho. Tengo el pecho un sueño que protesta con ser realizado, y mi Dios desesperado acelera sus venas para protegerme del frío Diablo.

Cada minuto que pasa me llena de vida y acorta la espera que concreta la fuga que me extirpará del encierro. Por ahora, este es el mundo que a todos nos toca, lleno de soledad, angustia, impaciencia y pasiones ¿Cuánto habré soñado? Que ya no puedo dormir ¿Qué pasará ahí afuera? Que ya me harté de pensar ¿Qué habrá más allá? Que ya se achica mi mundo.

El amor cuesta tanto, que a veces, se lleva consigo a la propia vida, si hasta Dios está dispuesto a morir por sus creaciones. A veces, trato de imaginar su rostro, y me pregunto por qué llora tanto.

Me siento incomprendido, sé que nadie me escucha por más que grite y destruya mi garganta. Mi lenguaje se encontrará encriptado hasta que el sol me ampare. No hay más soledad que esta, ni más incertidumbre que la de mañana. Quisiera poder terminar con todo y salir a mirar a quien me está inventando. ¿Será ésta vida sólo la silueta de mi verdadero destino?

Dios

Puede el querido Bach seguir tocando sus afligidas piezas que ya no será escuchado. Aunque se desgarre el violín de dolor, ante mis penas solo será una oda a la alegría. ¿Qué hacer? ¿Acaso puedo darme el lujo de perder lo que llevo dentro? ¡Jamás!

Paranoia, miedo, traición… no puedo confiar en nadie… nadie puede verme. Tengo que permanecer en la cerrazón, ya no quedan más cómplices en este juego. Paranoia, miedo, traición… tres pensamientos circundan mi cabeza. Amanecer, atardecer, noche… son postales en mi ventana. Tristeza, amor, soledad… tres sensaciones tiene mi estomago. Nacer, vivir, morir… tres grandes osadías.

Llevo meses escondiéndome de estos cuervos, y no puedo pedir ayuda. La decisión es moneda difícil por estos días.

Hielo

Los pájaros abrieron la puerta de un golpe y tiñeron de negro a toda la habitación. La vieron cubierta de diarios que nadie leyó y revoleteando a su encuentro rompieron sus ropas.

Sordos ante las suplicas, la miraron con falsa compasión y empezaron a desplegar su maquinaria infernal.

La aguja entró calibrada, precisa y mortal. Todo el amor fue tristeza al final.

Lucas D'Urso.

1 comentario:

Carz dijo...

En un atisbo de lucidez del guionista de una película de entretenimiento, se oye: "Todo final feliz es una historia inacabada"
Estoy en racha, porque hace poco oí también en una serie: "No somos más que el conjunto de lo que queremos desechar. Uno no sabe lo que necesita hasta que lo encuentra."

Y, amigo, lo verdaderamente osado es no nacer, eso no lo ha hecho nadie en la historia.

Un abrazo.

PD.- Como sé que hilas fino, me dirás ¿y los abortados o los que nacen muertos? Y, en seguida, encontrarás la respuesta.